Gustavo Mosquera vive una vida muy diferente a la de cualquier argentino en el exterior. Nacido en Ciudadela, pero criado en San Telmo, el hombre de 43 años vive su vida adentro de la cocina de un barco pesquero. Mientras prepara pizzas, guisos y milanesas, recorre el Ártico de punta a punta, generando recuerdos y vivencias excepcionales.
No hace mucho que se dedica a esto. De hecho, estaba viviendo en Alicante cuando se le presentó la posibilidad de hacer un curso sobre la vida en Altamar y fue así como en agosto del 2023 se embarcó en camino hacia el norte del mundo. Junto a 14 desconocidos, Mosquera relata que vivir en el océano no es nada fácil, pero que a su vez tiene un encanto único.
GUSTAVO MOSQUERA, EL ARGENTINO QUE VIVE EN ALTA MAR
Gustavo cuenta que su vida pasa alrededor de ollas en medio del océano. Los barcos pesqueros suelen embarcarse en viajes que duran entre tres y seis semanas, y él es el encargado de preparar todos los desayunos, los almuerzos y las cenas, a la vez que se encarga de hacer todas las compras de los víveres que se necesitarán durante esas épocas.
“El barco está trabajando las 24 horas y yo sirvo los desayunos, el almuerzo y la cena. Hago postres, preparo el menú, compro las provisiones para todo el viaje, sea un viaje de tres semanas o de seis semanas”, precisa sobre sus actividades en este barco que está siempre en movimiento. El único momento en que anclan o amarran es cuando hacen la descarga al final del recorrido. “El único momento en que pisamos tierra”, expone el argentino.
Las naves en las que suele vivir se encargan de pescar el bacalao, uno de los pescados más cotizados en el mundo de Occidente, por lo que la demanda que tienen de salir al mar es cada vez mayor. A diferencia de otros, la forma en la que ellos pescan es ecológica, esto quiere decir que intentan no interferir por demás en la fauna natural del agua.
Ellos minimizan al máximo la utilización de herramientas que vayan a perjudicar la salud natural del océano. Eso es algo de lo que el argentino se enorgullece bastante y expone que su empresa “es la más grande de Noruega y es amigable con el medio ambiente. El tipo de pesca se llama de línea. No es con red, no daña. Este barco tiene 55 mil anzuelos”.
No siempre realizan la misma ruta. Si bien se encargan de navegar el Ártico de punta a punta, hay veces que cambian el camino con el fin de ir capturando diferentes animales. Uno de sus últimos viajes fue hacia el temible mar de Barents, en Rusia, conocido por sus enormes olas que son capaces de destrozar cualquier tipo de embarcación.
No obstante, nada es mucho para el barco pesquero que tiene al argentino como chef. “El Mar de Barents es poco amigable. Olas de más de 15 metros. Vientos de más de 150 kilómetros por hora. En enero de 2024 se vivió el peor temporal en 30 años”, agregó Gustavo y detalló de qué forma vive su vida cotidiana en Alta Mar.
Su vida comienza a eso de las 5 AM, ya preparado para armar el desayuno de los casi 15 tripulantes que conviven con él. Lo normal es casi siempre preparar comida caliente, ya que las temperaturas que se manejan afuera de embarcación están siempre bajo cero. “Suelo cocinar de todo un poco. Hago algunos platos típicos noruegos. También algunos platos argentinos como guisos y milanesas. También internacionales, llámese pizza, pescados, pastas. De todo un poco”, explica.
Lo llamativo es que las personas están acostumbradas a estas temperaturas, ya que no difieren mucho de lo que se maneja en la tierra. Por un fenómeno natural, el agua suele nivelar la temperatura, haciendo que sea no muy diferente de cuando encalla el barco en algún puerto. Así lo explica Gustavo: “afuera hace frío, pero no tanto como en tierra, porque el mar ayuda a nivelar la temperatura. Puede hacer 0 grados, 5 bajo cero como mucho. Pero hay sitios en tierra que llegan a 30 bajo cero”.
Si bien Gustavo está encantado con la vida que maneja entre las olas, lo cierto es que no deja de ser un padre de familia, y vivir de esta forma le afecta a veces su estado anímico. El sacrificio de este estilo de vida es de lo más pesado para una persona y puede resultar cansador a largo plazo, especialmente por las franjas de tiempo que se manejan.
La familia estaba viviendo en Alicante hasta que él consiguió este trabajo y tuvieron que mudarse a Noruega. Debido a que el país era de lo más complejo, debieron regresar a España para estar más cómodos. Eso limita aún más el tiempo que se ven y genera roces entre la pareja, pero nada que con charlas no se pueda solucionar.
Gustavo asegura que vivir en Noruega no es tan difícil, salvo por el idioma. “Me defiendo más o menos con el inglés y el pueblo es un lugar pequeñito, muy alejado, que incluso para los mismos noruegos resulta un poco remoto. Pero la gente ha sido fantástica. Bueno, de hecho, la persona que me llevó se ha encargado de que no me falte absolutamente nada. Me han puesto casa, coche, me han pagado los pasajes para mi familia, para llevarlos, traerlos para que nos adaptemos. Ha sido realmente increíble”, indica.
Lo cierto es que por el momento, el nativo de Ciudadela se quedará viviendo en Stad y subiéndose a los barcos, ya que la fascinación que siente es total. Mientras su familia pueda esperar y aguantar la distancia, él preferirá mantener este estilo de vida lo máximo que pueda. “Es un lugar muy bonito. Hay seguridad, limpieza, educación. Es increíble. Me gusta que la gente es muy discreta, tolerante, respetuosa. Y puntualmente en el sitio donde hemos estado viviendo nosotros es muy cercana y familiar”, concluyó.