Un argentino siempre encuentra la forma de poder llegar a ser noticia. Y Pablo Imhoff no fue la excepción: a sus 27 años estaba trabajando en un reconocido laboratorio de la ciudad de Rosario, pero se dio cuenta que quería otra cosa para su vida. Cansando de los miles de horarios para cumplir y de la rutina que poca felicidad le dejaba, decidió vender todo e irse en moto a recorrer el mundo.
Fue así como el primero de noviembre de 2014 decidió vender todas sus pertenencias, renunció a su trabajo, rescindió su contrato de alquiler y terminó yéndose como su moto de 1970 a cumplir el primer objetivo: recorrer todas las provincias argentinas y las Islas Malvinas. No obstante, luego se daría cuenta que quería más.
LA AVENTURA DEL ARGENTINO QUE RECORRIÓ AMÉRICA EN MOTO
Tardó tres años y seis meses en cumplir ese objetivo, y una vez que terminó se dio cuenta que su viaje acababa de comenzar. Fascinado por los paisajes y la diferencia cultural que hay en el país, el argentino optó por recorrer los 30.000 kilómetros que superan a Ushuaia de Alaska, con la misma moto con la viajó por la nación. “Quiero recorrer todo el continente americano, del punto más al sur al punto más al norte y llegar a Alaska a mediados de 2025″, comentó Pablo. Ya lleva realizado más de la mitad del viaje, pasando por Panamá, Honduras, Costa Rica y ahora sentando base por unos meses en El Salvador.
Su estrategia es simple: no tiene un objetivo de tiempo que cumplir, y pasa el tiempo que considere necesario en cada uno de los países a los que arriba. Además, de alguna forma tiene que financiar su travesía, por lo que en sus puntos de descanso se consigue algún tipo de trabajo para poder ahorrar un poco de plata y continuar con su viaje.
El argentino comenta que todo su recorrido lo documenta en forma de vlogs y lo sube a Youtube. De esa forma no solo encuentra la forma de poder conseguir plata, sino que además le sirve de recuerdo para guardarse las imágenes más bellas de todos los lugares por los que pasó con su pequeña moto.
“Elegir un lugar es difícil porque depende de para qué lo querés, y porque cada uno tiene lo suyo. Para vivir me quedo con Rosario; para visitar te diría el Salar de Uyuni en Bolivia o el Valle Sagrado de Cuzco en Perú; para pasar el invierno te digo Ushuaia”, señala Pablo sobre todos los destinos por lo que estuvo.
Sorpresivamente, fue la última ciudad la que más le fascinó en todo tipo de sentido. Él arribó a la más austral del mundo semanas antes de que comience el confinamiento pandémico y se vio obligado a quedarse allí para pasar los primeros meses de cuarentena, que sin dudas fueron los más difíciles para cualquier argentino.
Imhoff, sin embargo, cuenta otra historia totalmente diferente. “Fueron los mejores años de mi vida”, indica. No solo por la hermosura de los paisajes que lo acompañaron, sino también por la gente que conoció, que supo cómo hacerle un espacio para que pueda pasar esos meses de aislamiento de la mejor forma posible.