Con solo 34 años, la argentina María Belén Silvestris alcanzó la cima del Everest el 21 de mayo de 2024, un logro que la convirtió en la sudamericana más joven en completar el desafío Seven Summits. Este reto implica escalar las montañas más altas de cada uno de los siete continentes, una hazaña que le tomó nueve años de esfuerzo físico, preparación mental y una determinación inquebrantable. Su conquista del Everest no solo fue un triunfo personal, sino también una inspiración para otros montañistas y aventureros alrededor del mundo.
ELTRAYECTO DE LA ARGENTINA HASTA EL EVEREST
María Belén llegó a Nepal el 6 de abril para la última etapa de su desafío. Su llegada marcó el inicio de un proceso complejo de aclimatación necesario para enfrentar las extremas condiciones del Everest. Durante este periodo, se enfrentó a desafíos como la reducción de oxígeno a grandes altitudes, temperaturas extremadamente bajas y condiciones meteorológicas impredecibles. A pesar de estos obstáculos, se mantuvo enfocada y determinada a completar su misión, apoyada por un equipo de guías y sherpas experimentados que la asistieron durante su ascenso.
Su fascinación por el montañismo comenzó en 2015, inspirada por su viaje a China y Tíbet. En ese viaje, María Belén y su esposo durmieron a 500 metros del campo base del Everest, una experiencia que despertó en ella el deseo de escalar la montaña más alta del mundo. Desde entonces, su camino la llevó a escalar el Kilimanjaro en Tanzania, el Monte Elbrus en Rusia, el Aconcagua en Argentina, el macizo Vinson en la Antártida, el Denali en Alaska y el Monte Kosciuszko en Australia. Cada una de estas montañas presentó sus propios desafíos y lecciones, contribuyendo a su desarrollo como montañista.
María Belén, originaria de Buenos Aires, reside actualmente en San Pablo junto a su esposo, donde trabaja como líder de Marketing. Su vida profesional y personal en Brasil no le impidió dedicarse al montañismo. Aunque siempre fue deportista, no fue hasta su viaje a China y Tíbet que sintió el llamado de las grandes alturas. Ver la majestuosidad del Everest desde el lado chino la inspiró profundamente, llevándola a decidir que algún día llegaría a su cima. Esta decisión marcó el comienzo de una serie de entrenamientos y expediciones que cambiarían su vida.
Después de descubrir el desafío Seven Summits, María Belén se dedicó a entrenar intensamente. Comenzó su aventura en el Kilimanjaro, donde comprobó que su cuerpo respondía bien a la falta de oxígeno, una habilidad crucial para cualquier montañista. Esta primera experiencia le dio la confianza necesaria para enfrentar montañas más altas y difíciles. Su dedicación al entrenamiento físico y su adaptación a diferentes altitudes y climas fueron claves para su éxito en cada expedición posterior.
María Belén no solo cuidó su cuerpo, sino también su mente. Contó con el apoyo incondicional de sus amigos y familiares, pero sabía que también necesitaba fortalecer su mente para enfrentar los desafíos mentales y emocionales de la escalada. Contrató a un coach deportivo que la ayudó a superar sus miedos y a mantenerse enfocada en sus objetivos. Esta preparación mental fue crucial para manejar la presión y el estrés que conlleva cada expedición, especialmente cuando enfrentaba condiciones extremas y momentos de duda.
Cada cumbre representó un desafío y una victoria. Escalar el Monte Elbrus en Rusia fue su primera experiencia en una montaña nevada, lo que le brindó una nueva perspectiva y habilidades necesarias para enfrentar condiciones invernales. El Aconcagua en Argentina fue un logro especial para ella como argentina, y el macizo Vinson en la Antártida le permitió explorar un continente que siempre había querido conocer. El Denali en Alaska, uno de sus mayores desafíos, le exigió cargar 50 kilos de equipamiento y construir campamentos en condiciones extremas, demostrando su capacidad de resistencia y adaptación.
El 26 de diciembre de 2023, María Belén sufrió una conmoción cerebral en Nueva Zelanda, lo que puso en peligro su desafío de completar los Seven Summits. Durante las primeras 30 horas, los pronósticos médicos eran inciertos, variando desde un posible derrame cerebral hasta un estado vegetativo. Sin embargo, una recuperación milagrosa le permitió salir del hospital cuatro días después, prácticamente intacta. Esta experiencia la hizo dudar sobre su capacidad para escalar el Monte Kosciuszko en Australia, pero tras recibir el visto bueno de los médicos, decidió continuar y completó la sexta cumbre acompañada por su esposo.
De regreso en San Pablo, María Belén se sometió a exámenes médicos exhaustivos para asegurarse de que no pondría su vida en peligro al intentar escalar el Everest. Los resultados fueron positivos y confirmaron que estaba en condiciones óptimas tanto neurológicas como cardiológicas. Con esta tranquilidad, se preparó mental y físicamente para enfrentar la última y más desafiante cumbre de su desafío, reafirmando su compromiso y determinación de alcanzar su meta.
La escalada del Everest tomó aproximadamente dos meses, dependiendo de las condiciones climáticas y la etapa de aclimatación. Su padre y su esposo la acompañaron a Nepal, brindándole apoyo emocional y logístico durante las primeras fases de su escalada. Su padre estuvo presente durante las dos primeras semanas, subiendo con ella hasta el campamento base del Everest, mientras que su esposo la acompañó en la segunda fase de aclimatación en la montaña Lobuche, situada cerca del Everest y con 6.119 metros de altura.
El 21 de mayo, a las 11 de la mañana, María Belén alcanzó la cumbre del Everest. En la cima, mostró una camiseta con el número 10 de Messi, simbolizando no solo su triunfo personal, sino también el apoyo y el amor de su familia y amigos. “Es una felicidad extrema, un conjunto de emociones difíciles de explicar”, reflexionó. Su éxito en el Everest no solo fue un logro físico, sino también un testimonio de su capacidad para superar desafíos y alcanzar sus sueños.