Una de las mejores partes de cualquier asado es la parte de la provoleta. Este tan famoso queso, que se cocina en una pequeña sartén de hierro sobre la parrilla, es ideal para comer antes de que se sirva la carne. Y generó tanto impacto por su sabor que el mundo entero quedó fascinado, tanto así que decidieron darle un premio único.
En las últimas horas se supo que este clásico argentino quedó entre las 10 mejores entradas del mundo, no solo por su sabor tan exorbitante en la boca, sino que además encantó por la forma que tiene de cocinarse y por la presentación tan rica que posee. A continuación, los detalles del premio y el porqué de su consagración.
PROVOLETA: ENTRE LAS DIEZ ENTRADAS DEL MUNDO
Premios Taste Atlas se encargó de encontrar las 100 mejores entradas del todo el mundo, y clasificarlas en función de una gran cantidad de categorías. A pesar de la ardua competencia, la provoleta logró ganarse el séptimo puesto del ranking, haciendo que quede entre las 10 mejores. En total, le dieron 4,6 estrellas de 5. La publicación destacó que “en Argentina, la provoleta asada suele ser disfrutada como entremés antes de la comida” y señaló que es uno de los platos principales que acompaña al tradicional asado argentino. “El provolone semiduro es ideal para la parrilla debido a su consistencia compacta y firme”, fueron las descripciones.
Añadieron algunos detalles sobre la gastronomía nacional: “Para preparar la provoleta, se corta el queso provolone en rodajas de aproximadamente una pulgada de grosor, se condimenta con abundante orégano y se asa a la parrilla hasta que comienza a derretirse en el centro”. Este proceso realza su sabor único y su textura irresistible.
UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA PROVOLETA
En la década de 1930, un inmigrante de origen calabrés, Natalio Alba, llegó a Argentina y estableció residencia en 1938 en San Jorge, un pueblo en la provincia de Santa Fe, en el límite con la provincia de Córdoba. Este individuo italiano comenzó a trabajar arduamente en el país, transportando y comercializando carne, aceite y pan en un carro. Pronto se trasladó a la pequeña localidad cordobesa de Arroyo Algodón, habitada hoy por apenas 1.200 personas, donde decidió combinar dos tradiciones argentinas que le apasionaban: el queso y el asado.
El desafío para este inmigrante era crear un queso con una base sólida para cocinar, que no se fundiera ni se desintegrara entre las barras de la parrilla. Para lograrlo, utilizó como base un queso duro de la tradición italiana, como el provolone, al que añadió la técnica del hilado para hacerlo aún más resistente.La creación generó tanto estupor que pronto comenzó a ser comercializado, no solo en San Jorge, sino que se extendió a todos los rincones de Argentina y de Uruguay. Alba patentó su inventó con el nombre de “provoleta” y creó así el clásico ríoplatense.